Mons. Fernando Ocáriz propone aprovechar el nuevo año para renovar la escucha de Dios, que nos llama en las situaciones ordinarias de la vida.
Queridísimos, ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
Un año que comienza es una nueva oportunidad –"año nuevo, lucha nueva", como decía san Josemaría– para renovar nuestra ilusión por oír a Dios que nos habla en las circunstancias diarias, por limpiar lo que empañe nuestra mirada y nos dificulte ver a Jesús. Procuremos caminar in novitate sensus (cfr. Rm 12,2), con un sentido nuevo, con una lucha serena y alegre, para conocer y amar más a Jesucristo; y acoger el regalo de una vida siempre nueva: Su vida en nosotros.
No contamos solo con nuestras fuerzas sino, sobre todo, con la gracia de Dios y la ayuda de los demás. Toda la Iglesia en la tierra y en el cielo nos sostiene –verdadera comunión de los santos– en este renovado propósito esperanzado de seguir caminando. También nosotros apoyamos a los demás con nuestra oración y con nuestras luchas, llenando nuestro corazón de rostros y nombres. En este año, nos acogemos de manera especial a la intercesión de la futura beata Guadalupe Ortiz de Landázuri.
Acabo uniéndome a los deseos que expresó san Josemaría al final de 1958: "Quisiera que en el año que va a comenzar fuerais muy felices y muy fieles".
Con mi bendición más cariñosa,
vuestro Padre
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